Vi por primera vez mi Jardín en un sueño hace años, subía por un sendero en una montaña alta, como un bosque, a la mitad del camino habían muchos mesones repletos de macetas con pequeñas plantitas, tenían etiquetas: esperanza, amor propio, fe perdón, etc. Los ángeles cultivaban estas plantitas para nosotros.
Me dijeron que tomara todo aquello que quisiera sembrar en mi vida y eso hice. Recuerdo por ese entonces que necesitaba desesperadamente aprender a perdonar, pues el resentimiento me carcomía por dentro, por más que rezaba y ayunaba todos los días viernes, no lograba soltar el resentimiento.
También estaba repleta de miedo al futuro que veía venir, entonces elegí plantitas de Confianza en Dios y de Perdón de Dios. Seguí subiendo cuesta arriba, con una carretilla con mis plantitas, y llegué a mi Jardín. Era un jardincito minúsculo, muy árido, había mucha maleza y espinas, la tierra estaba endurecida y reseca, apenas grupitos de flores mustias.
Ese era mi Jardín del Amado, me avergoncé tanto! de inmediato me puse a trabajar, arranqué la mala hierba, las espinas, la maleza, de raíz, tallo y semillas, las arroje a una fogata. Lo más hermoso es que el humo que salía de la fogata era perfumado como incienso y supe que era agradable para el Amado.
Luego me dispuse a sembrar.
Desde entonces en mis meditaciones voy continuamente a mi jardín porque su estado me indica aquello en mi que no es agradable a Dios, allí libero lo que no es funcional para mi alma y siembro aquello que si quiero experimentar, también acudo allí para fortalecerme.
En meditaciones he guiado a muchas personas para entrar en su Jardín, ha sido un trabajo muy positivo.Creo que la clave está en reconocer que es lo que se quiere cultivar a cada momento, en cada ocasión y trabajar duro en desmalezar el área donde se ha de sembrar, en la propia consciencia.
La mala hierba siempre ha encontrado gusto por mi jardín pero yo intento estar al pendiente de no dejarla crecer, mucho menos enraizarse y fructificar. Si es un gran trabajo, definitivamente es más fácil seguir siendo "como creo que soy", pero ha sido una gran experiencia liberadora.
Trabajando en el Jardín del Amado comencé a ver a los arcángeles, ellos son la esencia misma del jardín, son las Cualidades de Dios enraizándose en nuestro interior. Mi Jardín se extendió hacia los 4 puntos cardinales, hasta perderse en el horizonte.
Un día ya no vi más a los arcángeles, y me dijeron que ya están por entero fundidos en el Jardín, y que Yo SOY ese Jardín Florido para la Gloria de Dios.
De igual manera sigo al pendiente del mantenimiento, de regar y de no dejar crecer la maleza.
Por Jeanlight Osilia