Una noche, dos ángeles se encontraron a las puertas de la ciudad, se saludaron y conversaron.
Uno de ellos preguntó:
-¿Que estás haciendo en estos días, y que trabajo te han dado?
Me han encargado, respondió el otro, ser el custodio de un hombre caído, que vive allá en el valle, un gran pecador, sumamente degradado. Puedo asegurarte que es una tarea importante y que mi trabajo es arduo.
El primer Ángel dijo: Esa misión es fácil. Con frecuencia he conocido pecadores, y he sido muchas veces guardián de ellos. Pero ahora me han designado para ser guardián de un santo que vive en un retirado pabellón, allá lejos. Y te aseguro que es una tarea sumamente difícil, y muy sutil. Eso es pura presunción, dijo el otro Ángel, ¿como puede ser más difícil custodiar a un santo que a un pecador?
Y el primero respondió:
¿¡Que impertinencia, llamarme presuntuoso!!! No he dicho más que la verdad. ¡Me parece que el presuntuoso eres tú
¿¡Que impertinencia, llamarme presuntuoso!!! No he dicho más que la verdad. ¡Me parece que el presuntuoso eres tú
Entonces los Ángeles riñeron y se pelearon, primero de palabra, después a puñetazos y aletazos.
Mientras peleaban, acertó a pasar un Arcángel y les detuvo y preguntó:
¿porque peleáis? ¿no sabéis que es muy impropio de un ángel custodio estar peleando a las puertas de la ciudad? Decidme, ¿porque estáis en desacuerdo?
Los dos ángeles hablaron al unísono, cada uno de ellos sosteniendo que su trabajo era más difícil y el más digno de reconocimiento.
El Arcángel sacudió la cabeza y reflexionó
Luego dijo: Amigos míos, no puedo decir ahora cual de vosotros tiene mayor derecho a ser honrado y recompensado. Pero, puesto que me ha sido conferido el poder, y en bien de la paz y de la buena custodia, daré a cada uno de vosotros la ocupación del otro, ya que cada uno insiste en que la tarea del otro es más fácil.
Ahora marchaos, y que seáis felices en vuestro trabajo.
Los Ángeles, con su nueva misión, siguieron su camino. Pero cada uno se volvió a mirar con gran enojo al Arcángel. Y, en su corazón, iban diciendo: ¡Oh, estos arcángeles! ¡cada día nos hacen a los ángeles la vida más difícil!.
Pero el Arcángel se quedó, una vez más meditando, y en su corazón, se dijo:
<< Debemos, en verdad, estar atentos y custodiar a nuestros ángeles custodios>>
EL VAGABUNDO Khalil Gibran
Por que la solución del arcángel no resolvió el problema de los Ángeles custodios
ResponderEliminar¿Por que la solución del arcángel no resolvió el problema entre los Ángeles custodios
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